"Fue un Martes Santo de situaciones tan surrealistas como la que se vivió en Omnium Sanctorum, cuando se abrieron las puertas del templo mudéjar y la arbórea cruz de guía de la muy seria hermandad de Los Javieres no pudo echarse a la calle Feria por un motivo evidente: estaba lloviendo y quienes tomaron esa decisión no se molestaron en comprobarlo. Si en vez de consultar porcentajes y partes meteorológicos se hubieran asomado a una ventana no se hubiera caído en semejante absurdo.
En Santa Cruz echaron mano del sentido común y se dejaron de prórrogas y de gaitas, ese instrumento que tocaba la banda de la Guardia Civil en aquellos años donde lo hortera también existía aunque la memoria selectiva no quiera verlo. Santa Cruz decidió no salir a la primera y ahí se terminó todo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario