lunes, 29 de agosto de 2011

Obras son amores…

Alfredo, no el candidato socialista del 20-N sino el anterior alcalde de Sevilla, tenía mucho apego a hacer poco o nada y a parecer que hace mucho. Con el tema de los “gorrillas” no hizo excepción.  En noviembre de 2008 entró en vigor una ordenanza municipal suya, que se suponía iba a solucionar la insostenible situación que vivían y viven a diario miles de sevillanos a la hora de estacionar sus vehículos en algunos barrios de la ciudad. 



Independientemente del vacío legal que generó la ordenanza (ya que hacemos las cosas, vamos a hacerlas bien), llama la atención el número de multas impuestas en los años siguientes a la entrada en vigor de la normativa. Según sabemos estos días, la Policía Local multó a 978 aparcacoches en el año 2009, 429 en 2010 (menos de la mitad) y 131 en lo que va de año. Y, por si esto fuera poco, resulta que estas denuncias no fueron tramitadas por el Ayuntamiento, por lo que no hubo sanción que pagar. Así no se acaba con el problema. Estas cifras podían significar que el problema estaba finiquitado o que el plan no estaba funcionando. La realidad nos orienta a la segunda posibilidad. Se ve que si las multas no sirven para nada, los agentes pierden ímpetu e interés, porque a nadie le gusta ver que su trabajo no sirve para nada.

Zoido ha cogido el toro por los cuernos y ha anunciado nuevas medidas para erradicar a estos “extorsionadores” de las calles, empezando por Bami, uno de los barrios más castigados por este “colectivo”. Ha recordado que el dinero recaudado al infractor en el momento de la denuncia podrá ser decomisado y ha anunciado que se aplicarán las sanciones con trabajos comunitarios a aquellos infractores que se declaren insolventes, según está previsto en la normativa. Para los solventes la multa que recoge la ordenanza es de 120 €. Ahora, además, se ha creado un órgano que tramitará las sanciones, y a coste cero, como le gusta decir a Zoido.

La normativa que se va a aplicar es la de 2008, pero llevándola a cabo de forma adecuada, y desde luego, manteniendo la presión sobre los “gorrillas”, en forma de denuncias y sanciones. El tiempo dirá si la buena voluntad del actual alcalde tiene traducción en la solución de este asunto.  


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